sábado, 10 de septiembre de 2011

Y al final, me digné a volver.

Y tras casi un año cogiendo polvo y criando telarañas, retomo (de una manera más casual) este rincon de mala muerte, sordido reflejo de mi yo en internet.
Y digo sórdido, por que realmente, la persona que hay al otro lado de la pantalla no es un amargado Baudelaire, que consume su vida mientras compone trágicos versos para el día de su muerte, como a veces logro asemejar. Realmente la dicotomía autor/escrito está fuertemente condicionada por la situación emocional, económica o sociológica en la cual se encuentre la persona que escribe, y estos factores influyen de manera clave en la forma de narrar cualquier suceso. Cualquier hecho, por mas cotidiano que sea, será descrito de manera melodramática si el autor pasa por un momento malo. De manera contraria, si la reina fortuna le sonríe este se mostrara locuaz y alegre, divagando acerca de cosas triviales, pequeños gestos y cosas que al lector le logren arrancar una sonrisa de complicidad.
Asi pues, esa retorcida y sombría imagen que daba de mi persona no es mas que un esperpento, un espejo cóncavo que deforma y esconde el perfil original. Ahora, creo que tan solo escribiré de tazas con capuccino, coches amarillos, palomitas con extra de sal, y quizá de ti.