jueves, 13 de octubre de 2011

Y lo siento, pero cada vez el mundo se hace mas grande o yo mas pequeño.

Y si esto sigue así, no se donde acabaré. La abrumadora consecuencia de mi cavilación da lugar a explosiones en mi hipotálamo. Tan potentes que anulan mi capacidad de dormir. No se ya ni plasmar mis ideas con mínima organización, ni escupir mi inspiración de manera inteligible, ya no se escribir poemas acerca de la soledad, ni teclear correctamente la palabra que busco con tanto ahínco en mi cabeza.
Todo muta. Todo se vuelve hostil, y lo que no lo hace, es el único salvavidas que te mantiene a flote en esta degenerada composición. Todo sigue fluyendo, y mi barca encalla en un arrecife de silencio, mientras la corriente empuja a otras embarcaciones hacia puertos nuevos e inexplorados. Tantos barcos desaparecen, mirando a la borda, en el horizonte, que ya no se me ocurre aguardar su regreso, ni esperar por noticias del otro lado de la charca.
Pero aqui estoy. En un bote de auxilio que hace aguas, hundiendome bajo el peso del pensamiento. Y no tengo miedo, no me asusta que me engulla un oceano basto y oscuro, pues se dice que en lo mas profundo del mar, se hayan mejores y mayores tesoros que en la superficie. Os lo grantizo.