miércoles, 25 de enero de 2012

Postales desde el infierno II

No iba a revelar nada. Antes moriría desollado o apaleado que revelar donde se encontraban los demas. Los extranjeros habían llegado haciendo alarde de una devastadora fuerza de ataque,de esas que al pulsar un botón todo quedaba reducido a cenizas.
Sabía que era asi por que lo había visto en la television. Siempre, en las películas bélicas, en las noticias, en todas partes, ellos aplastaban, asesinaban y conquistaban en nombre de una tierra llamada "libertad". Realmente la libertad era tan cara?
Y ahora, aunque pareciese mentira, estaban alli, observandolos por encima del hombro, tratándolos como escoria, bombardeando hogares sin motivo aparente. Ubayd siempre nos decia a nuestro padre y a mi que había que entregarles a los revolucionarios para que se marchasen, pero mi padre siempre se negó en rotundo a revelar donde estaban. Estaría traicionandose a si mismo, traicionando unos ideales que tantos años le costó perfeccionar. Ellos habían defendido nuestra integridad durante mucho tiempo, por qué perjudicarles ahora? Realmente no tenía sentido.
Un día, Ubayd y mi padre discutieron muy intensamente, llegando al punto en el que mi hermano se fué de casa y no volvió. Tenia la impresión de que Ubayd no iba a regresar, y si lo hacía, no sería el mismo.

miércoles, 18 de enero de 2012

Postales desde el infierno I

Hacía un frio, de esos que te congelan los dedos hasta que no los sientes, y te ves obligado a frotarte las manos hasta que recuperas algo de sensibilidad. La nariz le goteaba y sus ojos estaban rojos y llorosos.
Toda historia tiene un principio, y el de esta es el final.
Él corría. No sabía a donde ir. Era de noche y se habían llevado a su padre. Khâlid corría. Sabía que iban tras él. Las lágrimas se deslizaban de sus cuencas, pero el no se podía detener para mirar hacia atras. Sabía que estaban cerca.
Girando en la siguiente esquina, se adentró en un laberinto de pequeñas callejuelas y recovecos oscuros.
A unos cinco metros de él estaba la puerta. Su mano estaba a punto de hacer contacto con el pomo, cuando de pronto escuchó un disparo tras él. Se paró en seco. Se tocó el pecho, tan solo para observar su mano completamente ensangrentada.
Su ultima visión, antes de perder la consciencia permanentemente, fué la de Ubayd portando un rifle, susurrándo "Lo siento, hermano".